René Descartes, el prodigioso matemático y filósofo del siglo XVII, revolucionó el pensamiento occidental sobre la relación entre el cuerpo y la mente. Muchos de ustedes habrán oído la famosa frase de Descartes «Cogito ergo sum» (pienso, luego existo).
Con estas palabras, Descartes intenta demostrar la primacía de la mente sobre la materia (la realidad es mental e inmaterial) al probar que no podemos dudar de nuestra propia existencia mientras dudemos de ella.
El marco dualista de Descartes
Descartes estableció una distinción fundamental entre el mundo de la materia (Res extensa) y el mundo de la mente (Res cogitans) y defendió la separación mente-cuerpo, o «dualismo cartesiano». Según Descartes, la mente se consideraba esencialmente como un mecanismo misterioso, distinto del cuerpo. En el marco de Descartes, la materia se consideraba secundaria con respecto a la mente.

Los límites del dualismo cartesiano
Las limitaciones del dualismo de Descartes (cómo los mecanismos inmateriales pueden afectar e interactuar con el cuerpo para producir la conciencia) allanaron el camino para una explicación puramente materialista y mecanicista de la conciencia humana y la actividad mental.
Estos marcos pretendían explicar el funcionamiento de la mente de forma puramente reduccionista, negando el papel de lo inmaterial o espiritual y reduciendo todos los fenómenos mentales a sus propiedades materiales.
Descartes intentó demostrar la supremacía de lo mental (inmaterial) sobre lo material, pero como no pudo encontrar un mecanismo válido para vincular lo mental y lo material, lo mental se volvió superfluo.
En los siglos XVIII, XIX y XX, como reacción al dualismo de Descartes, se pasó de la polémica de que la sustancia de la realidad es puramente inmaterial a la de que la sustancia de la realidad es puramente material. Sin embargo, a pesar de los avances de la neurociencia, no ha sido posible dar una explicación completa de la conciencia humana dentro de un marco puramente material o mecánico. Los filósofos de la mente siguen lidiando con el «problema de la conciencia».
El dualismo cartesiano influye en la forma de pensar sobre la relación entre la mente y el cuerpo.
A pesar de sus limitaciones, el dualismo cartesiano (la división mente-cuerpo) ha influido en la forma de pensar sobre la relación entre la mente y el cuerpo. Ha quedado claro que la psicología moderna trata la mente y el cuerpo como algo completamente separado y no ofrece un tratamiento integrado y holístico. Por otro lado, las explicaciones puramente materialistas de los trastornos mentales, como los desequilibrios de los neurotransmisores, no han conseguido proporcionar una comprensión adecuada de las causas y el tratamiento de los trastornos mentales.
Necesitamos desesperadamente un marco que pueda tender un puente entre la mente y el cuerpo. Este marco existe, pero debido a las limitaciones filosóficas de épocas pasadas, persistimos en explicar los trastornos mentales en términos puramente mentales (no materiales, psicológicos) o físicos (materiales, basados en el cerebro), sin conseguir integrar estas dos perspectivas en la práctica.
Así que si crees que la filosofía tiene poco que ver con los que vivimos en el «mundo real», piénsalo de nuevo. La alfabetización filosófica es cada vez más importante para ayudarnos a entender y resolver problemas. También en el mundo de los negocios, la perspectiva integrada mente-cuerpo es más importante que nunca para ayudar a las personas y a las organizaciones.