La mente humana puede considerarse una «máquina de predicción», que calcula constantemente si es probable que nos infecten, perdamos el trabajo o nos critiquen.
La forma en que estimamos el riesgo varía considerablemente de una persona a otra, y para algunas personas la estimación del riesgo puede irse de las manos y convertirse en una intensa preocupación.
¿Por qué la gente se estresa?
Curiosamente, los recientes descubrimientos de la teoría evolutiva sugieren que el estrés y la preocupación son, de hecho, respuestas muy comunes, lógicas y «por defecto» a las amenazas.
Tendemos a ser precavidos a la hora de predecir el futuro. Tendemos a actuar con cautela a la hora de predecir el futuro, porque en la antigüedad sólo sobrevivían los que actuaban con cautela a la primera señal de amenaza.
Los que fueron precavidos transmitieron sus genes a la siguiente generación. Así, según la recientemente propuesta «teoría de la inseguridad generalizada del estrés» (GUTS), ¿Por qué algunas personas son incapaces de desconectar esta respuesta lógica a la amenaza y la incertidumbre?
Las señales de seguridad
La respuesta, al parecer, está en nuestra capacidad para reconocer las señales de seguridad. La gente sólo puede dejar de preocuparse cuando reconoce una señal clara de que está a salvo.
Para predecir los riesgos que podemos encontrar en el mundo, evaluamos tanto las señales de peligro como las de seguridad, estas últimas ignoradas en gran medida en los anteriores modelos de estrés. Por eso, este modelo cree que la gente necesita «percibir la seguridad» para superar sus ansiedades. Si no se percibe la seguridad, la gente seguirá preocupada.
De hecho, las investigaciones neurobiológicas han demostrado que cuando se percibe seguridad, el córtex prefrontal comienza a inhibir la respuesta al estrés. En este contexto, el clínico debe tener en cuenta el grado de seguridad que el paciente experimenta actualmente en su vida cotidiana; GUTS sugiere que hay varias fuentes de seguridad.
Que explica el grado de seguridad
El grado de seguridad se determina en primer lugar por su historial de aprendizaje. Las personas que crecen en un entorno seguro aprenden gradualmente que su mundo es un lugar seguro y que es (al menos hasta cierto punto) predecible y controlable.
También desarrollan relaciones estrechas con los demás y aprenden que los demás son cariñosos, seguros y amables. Sin embargo, no todos crecen en un entorno tan seguro. Las experiencias estresantes en la infancia pueden afectar a nuestra sensación de seguridad en el mundo y provocar preocupaciones más adelante.
Sin embargo, hay otras fuentes de seguridad. Por ejemplo, nos apoyamos en nuestras redes sociales. Hemos evolucionado para vivir en grupo. Nuestro sistema de estrés se regula más fuertemente cuando estamos con personas amigas que cuando estamos solos. También se ha demostrado que un abrazo suprime la respuesta al estrés.

Otra fuente de seguridad está en nuestro cuerpo. Esto significa que las personas activas tienen una mayor tolerancia al estrés. Las personas activas pueden estar más seguras porque son más capaces de hacer frente a las amenazas físicas.
Podemos imaginar que, en el pasado, las personas sanas podían escapar fácilmente de las amenazas externas, mientras que las personas insanas tenían que vigilar estrechamente su entorno en busca de amenazas externas.
La última fuente de seguridad es la exposición a la naturaleza. Los humanos evolucionaron en la naturaleza, no en las ciudades. Este entorno natural puede haber proporcionado señales de seguridad (información sobre escondites, puntos de observación, rutas de escape, etc.) durante el proceso evolutivo.
Redes sociales, actividad física y exposición a la naturaleza ….. Son precisamente estas fuentes de seguridad las que están siendo socavadas por los cierres que se están produciendo en todo el mundo.
Como uno de los científicos que desarrollaron GUTS, y como psicólogo que trabaja en la práctica clínica, puedo decir que estas ideas han transformado mi trabajo con los pacientes con ansiedad. Además de las terapias cognitivas y conductuales habituales, GUTS ofrece un interesante método para afrontar la preocupación.
Sugerencias para gestionar el estrés
- Reconocer y normalizar que la preocupación es una respuesta común a la novedad, la incertidumbre y la amenaza. Hay que estar del lado de la creación de la condición, no del lado de la normalización de la preocupación. Tratar de suprimir la preocupación (una solución rápida) puede empeorar la situación.
- Tómese el tiempo necesario para conocer el historial de seguridad de la persona. ¿Tuvo la persona la oportunidad de aprender sobre seguridad cuando era niño? Esto determinará la velocidad a la que se produce el cambio. Algunas personas son simplemente un poco más vulnerables a las preocupaciones, ya sea por sus experiencias de aprendizaje o porque son más sensibles a las emociones por naturaleza. Tenga en cuenta esta vulnerabilidad para no decepcionar a su paciente.
- La actividad física regular ayudará a calmar al paciente a largo plazo. Para ello, es aconsejable realizar actividades al aire libre en un espacio verde.
- Motive a sus pacientes para que compartan sus problemas. Las personas con problemas pueden sentirse solas o avergonzadas. Sin embargo, motivarles para que hablen de sus preocupaciones con los demás no sólo les da más apoyo, sino que también conduce a experimentos que pueden convertir las predicciones amenazantes («se reirá de mí si hago esto») en experiencias de aprendizaje seguras («en realidad es buena y me ha ayudado»).
- Explique que la preocupación puede verse como una forma de autocontrol («tengo que hacer algo, o al menos preocuparme»), pero que es una falsa sensación de seguridad. Ayúdales a entender que es importante reconocer que algunas cosas están fuera de su control y que pueden sufrir, y a practicar la aceptación y la compasión.