La indefensión aprendida es una condición que se produce después de que una persona haya sido expuesta repetidamente a situaciones estresantes. La persona llega a creer que no puede controlar o cambiar la situación y no intentará cambiarla aunque tenga la oportunidad.
La indefensión aprendida fue descrita por primera vez por los psicólogos en 1967, en una serie de experimentos con animales, que sugirieron que los resultados también se aplicaban a los humanos.
La indefensión aprendida puede provocar un aumento del estrés y la depresión. En algunas personas, también se ha relacionado con el trastorno de estrés postraumático (TEPT).
Este artículo explora la condición de la indefensión aprendida y sugiere algunas formas de superarla.
¿Qué es la indefensión aprendida?
Las personas que han sufrido estrés o traumas pueden desarrollar indefensión aprendida.
Según la Asociación Americana de Psicología, la indefensión aprendida se produce cuando una persona se enfrenta repetidamente a situaciones estresantes sobre las que no tiene control.
La indefensión aprendida se produce cuando una persona se enfrenta repetidamente a situaciones incontrolables y no intenta cambiarlas cuando se vuelven controlables.
Las personas que han experimentado esto pierden la motivación cuando se dan cuenta de que no pueden controlar los acontecimientos que les rodean. Incluso cuando tienen la oportunidad de cambiar su situación, no actúan.
Las personas que experimentan indefensión aprendida suelen ser incapaces de tomar decisiones.
La indefensión aprendida aumenta el riesgo de depresión.
El profesor Martin Seligman, uno de los psicólogos que definió la indefensión aprendida, detalló tres características clave
- Volverse pasivo ante el trauma
- Dificultad para aprender a controlar el trauma
- Los niveles de estrés pueden aumentar

Antecedentes de la teoría
En 1967, los profesores Seligman y Stephen F. Maier fueron los primeros en presentar una teoría de la indefensión aprendida.
Los perros que no pudieron controlar la descarga eléctrica acabaron mostrando signos de depresión y ansiedad. En cambio, los perros que pudieron detener la descarga eléctrica pulsando una palanca no lo hicieron.
En un estudio posterior, los perros que no pudieron controlar las descargas en el primer experimento no trataron de evitarlas, aunque podrían haberlo hecho saltando obstáculos. Habían aprendido a ser indefensos.
Pero unos años más tarde, el profesor Maier realizó un estudio neurocientífico que le llevó a creer que los perros no habían aprendido la indefensión, sino el control.
Indefensión aprendida en adultos
En los adultos, la indefensión aprendida presenta una fuente de información fiable como una persona que no utiliza ni aprende respuestas adaptativas ante situaciones difíciles.
Las personas en este estado suelen aceptar que las cosas malas suceden y que tienen poco control sobre ellas. Tampoco resuelven los problemas, incluso cuando existe la posibilidad de una solución.
Estos son algunos ejemplos de situaciones en las que los adultos pueden sufrir indefensión aprendida
- Si sigue fumando, a pesar de los repetidos intentos de dejarlo, puede sentir que siempre será un fumador.
- Si cambias tu dieta y tu estilo de vida y sigues sin perder peso, piensas que no lo conseguirás y abandonas el intento.
- Puede ser muy difícil salir de una situación de violencia doméstica. Las mujeres que han estado allí suelen ser incapaces de salir definitivamente después de varias rupturas. Incluso con ayuda y apoyo, pueden sentir que nunca podrán escapar de su agresor.
La impotencia en los niños
Los niños con impotencia para aprender pueden mostrar falta de motivación y bajas expectativas de éxito.
En muchos casos, la indefensión aprendida comienza en la infancia.
Si el cuidador no responde adecuadamente cuando el niño pide ayuda, éste aprende que no puede cambiar la situación. Si esto ocurre con regularidad, la indefensión aprendida puede persistir hasta la edad adulta.
Por ejemplo, los niños que han sufrido abusos o negligencias prolongadas pueden desarrollar un sentimiento de indefensión aprendida y de «fuente de confianza».
Algunas de las características de la indefensión aprendida en los niños son:
- Baja autoestima
- Baja motivación
- Pocas expectativas de éxito
- Falta de perseverancia
- No pedir ayuda
- Creer que la falta de éxito se debe a la falta de capacidad.
- Creer que el éxito se debe a factores que escapan a su control, como la suerte.
Desde la infancia, la indefensión aprendida suele manifestarse en la escuela. Si te esfuerzas por hacer bien tus estudios, pero acabas haciéndolo mal, puedes sentirte impotente y desesperado.
Un estudio de 2004 analizó el impacto de la indefensión aprendida en el rendimiento de los estudiantes en los exámenes. Los niños del estudio realizaron una de las dos pruebas. La primera prueba comenzó con preguntas muy difíciles y la segunda con preguntas fáciles.
Los estudiantes que hicieron la primera prueba parecían frustrados, dudaban de su capacidad académica y fallaban en las preguntas fáciles. Los autores sugieren que la indefensión aprendida afectó a las puntuaciones de sus pruebas; los estudiantes que realizaron la segunda prueba no se vieron afectados de esta manera.
Los niños son una fuente fiable de información que puede ayudarles a evitar el aprendizaje de la impotencia aumentando su capacidad de recuperación. Entre los muchos factores que pueden contribuir a la resiliencia están el apego positivo a los cuidadores, el humor y la independencia.
¿Por qué la indefensión aprendida afecta a algunas personas y a otras no?
Las experiencias de una persona pueden aumentar el riesgo de desarrollar indefensión aprendida.
Por lo general, se desarrolla después de que una persona haya experimentado eventos traumáticos repetidos, como el abuso en la infancia o la violencia doméstica.
Sin embargo, no todas las personas que han experimentado esto desarrollan indefensión aprendida.
El estilo explicativo también desempeña un papel en el desarrollo de la enfermedad. El estilo explicativo se refiere a la forma en que nos explicamos un acontecimiento.
Las personas con un estilo explicativo pesimista son más propensas a experimentar indefensión aprendida, ya que creen que los acontecimientos negativos son inevitables y resultan de sus propios defectos. Por otro lado, las personas con un estilo explicativo optimista son menos propensas a experimentar indefensión aprendida.
Indefensión aprendida y los problemas de salud mental
La indefensión aprendida está relacionada con la depresión, el trastorno de estrés postraumático y otros problemas de salud.
Los estudios han demostrado que aumenta la sensación de estrés, ansiedad y depresión en humanos y animales.
Por ejemplo, un estudio sugiere que la indefensión aprendida puede aumentar el riesgo de TEPT y de trastorno depresivo mayor en mujeres que han tenido una larga historia de violencia doméstica.
Cómo superar la indefensión aprendida
La TCC puede ayudar a las personas a superar pensamientos y comportamientos poco saludables.
Las personas con indefensión aprendida pueden superarla.
La forma más común de tratamiento es la terapia, en particular la terapia cognitivo-conductual (TCC), que ayuda a las personas a superar este tipo de dificultades cambiando su forma de pensar y de comportarse.
En la terapia, las personas pueden:
- Recibir apoyo y ánimo
- Explora los orígenes de la indefensión aprendida.
- Encuentre formas de reducir los sentimientos de impotencia.
- Identificar los pensamientos negativos que provocan la indefensión aprendida.
- Identificar los comportamientos que contribuyen a los sentimientos de indefensión aprendida.
- Sustituir los pensamientos y comportamientos por otros más positivos y útiles.
- Mejorar la autoestima
- Superar las emociones difíciles
- Cómo afrontar los malos tratos, la negligencia y los traumas
- Establecer objetivos y tareas
En los animales, los estudios han demostrado que el ejercicio puede prevenir la indefensión aprendida.
En los seres humanos, no hay estudios sobre los efectos del ejercicio en este sentido, pero la actividad física contribuye generalmente a la salud mental y puede reducir o prevenir la ansiedad, la depresión, el estrés y otros problemas de salud.
Los hábitos de vida, como la alimentación sana, la meditación y la atención plena, también pueden mejorar la salud mental.